La Peluqueria de Don Jasper...

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Encontrar un peluquero ideal para nuestras pretensiones es como encontrar al remisero ese que te va a pasar a buscar a cualquier hora, por que te conoce. Sabes que es confiable, no tenes que indicarle nada y hablas siempre de las mismas cosas. O como el abogado amigo que siempre tenes que tener, para que te saque de algun aprieto o las tantas dudas que se te plantan en años y años de entuertos sociales. Aquel sujeto con tijeras, ya te conoce: sabe como debe cortarte, a veces sabe tu nombre (al menos tiene registro visual) y generalmente esta apegado a todas aquellas cosas que te suelen interesar. No hay vueltas, si no te cabe, se busca otro y listo.
Asi el pelilargo protagonista de este fracasado y anaranjado lugar, encontro su peluqueria en el mundo. Don Mario no era precisamente una oda a la pulcritud. Creo que, mas alla de oirle hablar de minas, de salidas nocturnas habituales y de tango, jamas vi una mujer pisando su santuario; y definitivamente, no tenia mas de diez clientes habituales, el resto caia por pura casualidad, y jamas volvia.
Ya me habia acostumbrado a hojear las mismas revistas Viva una y otra vez. Mas de alguna de aquellas veces, me llevaba alguna historieta de las revis que no tenia (Quino, sobre todo) y las charlas con el tipo eran todo un plato. Siempre criticando a la sociedad: "el futuro es peor de lo que pensaba"; "el futbol de ahora es una mierda";  "la television esta cagando a la gente...". Tematicas que todos damos por sentada (?) pero que jamas asentimos de plano cuando algun gil te cuenta lo que paso en el programa de Tinelli, en tu laburo...


Hasta que un dia, como siempre suele suceder, dio finalizacion. Se esfumo, se fue. Quiza, extasiado de tanta gilada, o simplemente cansado de cortar el pelo de los mismos diez sujetos, se mudo. O eso es lo que dejo dicho, para no crear busquedas ni misticismos.
Y ahi estaba yo de nuevo, buscando mi peluqueria en el mundo, resignado. Y cai en el peor de los lugares donde podria haber caido. La desesperacion del evento nocturno, o el simple hecho de decir: "que demonios, tengo que hacerlo" me empujaron al lugar mas imposible de mi vida. Y ahi me encontraba yo: sentado en una silla, con un urzo de dos metros, pelo largo, rulitos y con simil voz de mina, cortandome el pelo al ritmo de Dancing Queen. El tipo venia, de cortarse el lope con un viejo endiablado a hacerlo con un simil Giordano de voz afeminada, cantando al compas de los ritmos de Abba. Cuando dije que pretendia encontrar algo nuevo y fascinante, no me referia a eso, no definitivamente.

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