Los 6 de enero...

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Mis viejos siempre se esmeraban en reyes, en navidad nunca habia plata. Hasta en epocas de vacas flacas, siempre hubo, por minimo que fuera, algun detalle junto al balde vacio que le dejabamos a los animalejos que venian con don Baltazar y sus secuaces. Creo que hasta se mentaban mas para esas fechas, quiza con la desilusion que diciembre habia mostrado en mi cara, que los hacia pensar un poco mas que regalarme.

Los ladrillos, en cajas de a cientos cada reyes, convertian unidos, el gran murallon que separaba al niño del futuro adolescente, del chico al grandulon este que escribe. Esos mismos que armaditos simil humanos (que solo yo veia de esa forma) dejaban volar mi imaginacion al punto tal de un extasis absoluto, del relato exaltado simil una final del mundo. Dos sillas, dos arcos y la capacidad de molestar tanto como podia entretenerme.



La camiseta del rojo de ese dia de reyes, convirtio mi vida santa (ex CASLA) en amigo del diablo. Partidos en la Visera, campeonato y vuelta olimpica, y el festejo de avioncito estilo Rambert incluido.


El Family, mas alla de llegar tarde, no solo me volvio un maldito vicioso de los jueguitos, sino que hizo que mis viejos entraran en el mundo de lo tecnologico: Las estrategias de Battle Tank con mi viejo, mi mama moviendose al ritmo loco del pinguinito del Adventure Island y las caidas inexplicables del Super Mario; las veces que la consola rozo la muerte y los soplidos a los cartuchos para que arranquen...




A veces, inexplicablemente, quisiera perder esta responsabilidad adulta que ahora se llama vida...

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